
Hace poco un amigo me pidió consejo sobre bolsa. Es médico, le va bien y se ha juntado con unos ahorros. Le llega la hora de invertir.
No tiene ni idea de qué hacer con su dinero. No le culpo, es lo normal.
Nadie le ha hablado de finanzas en su vida, de cómo se mueven las acciones, de qué es la renta fija..
Ya ni hablemos sobre si estamos un buen momento para comprar o vender.
Son nociones básicas que todos deberíamos de tener desde pequeñitos, en lugar de pasar 20 años entre aulas sin saber hacer la O con un canuto en el aspecto financiero.
Es una lástima ver cómo el sistema educativo desprecia esta parte tan importante de tu vida. Y según qué profesor te toque, puedes encontrar una demonización absoluta al ahorro y la inversión.
Nos prefieren ignorantes y sumisos. No vaya a ser que cuando nos de por pensar resulte que nos hagamos preguntas y encontremos que hay demasiadas personas chupando del bote.
No vaya a ser que el negocio de unos pocos privilegiados se vaya al garete.
A Álvaro le habían contactado varios asesores financieros, pero no le daban buena espina.
Les notaba con demasiadas prisas. Además le hablaban de productos que ni siquiera entendía.
De hecho, le daba la impresión que ni siquiera ellos los dominaban. Sentía que estaban repitiendo unas directrices como papagayos.
Estaba perdido y me pidió ayuda.
Podría haberle despachado dándole un puñado de acciones y listo, que se buscara la vida mirando gráficos.
Hubiera sido lo fácil, pero como nos conocemos desde hace más de 15 años preferí implicarme.
Si le digo dónde tiene que poner el dinero, puede que gane o puede que no. Pero eso será lo de menos.
Lo más importante es que no habrá aprendido nada. Estará a merced de otros buscavidas como los que le habían llamado.
Nunca podrá tomar sus propias decisiones.
Supongo que conoces ese proverbio chino:
«No le des un pez, enséñale a pescar y comerá el resto de su vida»
Álvaro necesitaba entender los fundamentos de los mercados. Tener claro el terreno sobre el que iba a adentrarse. No pisar en arenas movedizas y terminar engullido.
Por eso le aconsejé dos libros.
Se los compró al instante y tardó menos de un mes en leerlos.
Después volvimos a hablar y ahí sí que fue cuando le recomendé títulos concretos sobre los que poner el radar. Le dije los precios a los que yo compraría, estuvimos mirando las gráficas..
Uno de esos libros es del que te voy a hablar: «Un paso por delante de Wall Street».
Te sigo contando por qué le recomendé este clásico.
Peter Lynch: un atípico gestor que se aburrió demasiado pronto
Antes de nada vamos a conocer al autor. Un tipo peculiar.
Desde los 11 años entra en contacto con importantes inversores y directivos. No porque fuera un monstruo de las finanzas o un niño prodigio, nada de eso.
Era «Caddy» del club de golf de su pueblo, Newton, a las afueras de Boston. El chico que lleva los palos de golf a los mayores, vamos.
Gracias a este trabajo ahorra lo suficiente para pagarse los estudios en el Boston College sin tener que hipotecar a sus padres, como sucede en muchas familias americanas.
Además empieza a labrarse una interesante red de contactos que le servirá de ayuda más adelante.
Después de graduarse y pasar por el servicio militar entra en Fidelity Investments a los 25 años. Su primer puesto es analista en dos sectores estratégicos: la industria textil y metalúrgica.
Sin haber estado en el lugar y el momento correcto le hubiera sido prácticamente imposible llegar a ser la celebridad que es hoy en día.
Él mismo lo confiesa en el libro: «Cuando entré en Fidelity había 75 candidatos para 3 puestos. Pero sólo uno de ellos había sido el Caddy del presidente durante 10 años»
La transformación de Fidelity: gracias a Lynch pasa de ser ser una gestora del montón a estar en boca de cualquier americano ahorrador, que se pelean por depositar su dinero
Después de varios años trabajando duro, en 1.977 – con apenas 33 años – Lynch es designado el máximo responsable del Magellan Fund. Siendo tan joven logra un puesto por el que otros se pelean durante toda una vida.
Magellan era un pequeño fondo de Fidelity que invertía en acciones small-cap americanas. Aunque era más agresivo que el resto, sus números no eran nada del otro mundo a lo largo de sus 14 años de historia.
Bajo la batuta de Lynch da un giro radical y vive una era dorada. Su track-record es espectacular: ¡un 29,2% de rentabilidad anualizado en 13 años!
Para muchos es el mejor resultado de un fondo de inversión en la historia. Y por lo tanto, él es el mejor gestor jamás visto.
Para otros no, y luego te contaré por qué.
Magellan se convirtió en el producto financiero de moda en los Estados Unidos. Cualquier americano ahorrador añoraba invertir en el fondo de Lynch. Nadie quería perderse la fiesta de este fuera de serie.
El volumen crece exponencialmente. Empezó con 14 millones y cuando se retira el fondo cuenta con.. ¡18.000 millones! Se marca un x1.285. Una captación brutal.
Tan fugaz fue su estrellato como su retiro.
En 1.990, con solamente 46 años y varios cientos millones de dólares en el banco, decide jubilarse.
Se aparta a un lado para tener una vida más tranquila junto a su mujer y sus hijos.
Por este motivo hay quienes consideran que su resultado está distorsionado. La muestra es demasiado pequeña.
No se pueden comparar comparar 14 años con los más de 70 de Warren Buffet. Es otra liga.
Sí hay que reconocerle el mérito: supo retirarse en lo más alto. Así se le recuerda con un halo místico.
Aunque dejó a un lado la faceta inversora, no desapareció del mapa, como sí hizo Welles Wilder en su retiro a Nueva Zelanda.
Creó la fundación Lynch para ayudar en entornos más desfavorecidos, donando millones de euros en proyectos educativos y sanitarios.
Además, tiene otras fuentes de ingresos como la venta de sus libros.
La otra actividad en la que se volcó fue el golf, su gran pasión. Si alguna vez visitas alguno de los clubs alrededor de Marblehead, en Massachusetts, y, mientras paseas por los hoyos, ves a un señor de unos 80 años con el pelo blanco brillante, no te sorprendas, podría ser el bueno de Lynch.
Mi opinión sobre «Un Paso por delante de Wall Street»
Un libro es bueno si te ha causado una impresión. Si te ha hecho pensar o si has llorado o reído mientras lo tenías entre las manos.
Por eso para mi «Un paso por delante de Wall Street» es uno de los mejores libros que han caído en mi poder.
No porque trate sobre bolsa y mercados, sino porque te metes de lleno en la vida de Lynch casi sin darte cuenta. Es como si estuvieras allí mismo, en reuniones donde se decide el destino de miles de millones de euros.
No es un tochazo con infinita teoría económica que no hay por dónde cogerlo.
Si llega a hablar de descuento de flujos de caja, de los ratios Deuda/Ebitda, del porcentaje óptimo de dividendo a repartir.. no hubiera pasado ni de la décima página.
En cambio este libro lo he repasado varias veces. No me canso de leerlo.
En lugar de tocar los conceptos técnicos se centra en contar historias. Las que él mismo vivió a lo largo de su carrera:
- Las visitas a fábricas destartaladas mientras piensa, ¿qué pinto yo aquí?
- Los engaños que intentan colarle los directivos para hacerle creer que la situación financiera es mejor de la real,
- Cómo gestiona los momentos de pánico frente a clientes que quieren salirse despavoridos.
Es como si estuvieras ahí mismo. Es inevitable.
También es curioso ver las razones por las que invertía en algunas empresas.
En una ocasión sale fascinado de una tienda de repuestos de coches. Era tal el entusiasmo del vendedor que le faltó poco para llevarse 4 neumáticos nuevos a casa.. sino llega a ser porque tenía que facturarlos en el avión.
Con comerciales así el éxito está garantizado, pensaba.
Otra vez descubre una joyita por casualidad.
Su mujer le pide de regalo de reyes una colonia que sólo venden en una perfumería.
Cuando va a la tienda se encuentra con una cola kilométrica por entrar. Fascinado, empieza a investigar y se da cuenta que la compañía tiene varias franquicias y que todas van como un tiro.
No tardaría en destinar unos cuantos millones a aquella compañía.
El pasaje de las vacaciones en Irlanda a lo «Instagrammer»
Uno de mis capítulos favoritos es el de sus vacaciones en Irlanda jugando al golf en pleno crack del 87.
Primero cuenta la «realidad Instagram». Esa vida paralela en la todo es perfecto. El postureo que tanto está de moda.
Empieza diciendo que fue un fin de semana maravilloso jugando al golf en alguno de los campos más difíciles del mundo, que visitó castillos centenarios apreciando los detalles de estas fortalezas, que pudo descansar con su mujer en un hotel idílico..
Nos pone los dientes largos. ¿Quién no desearía estar ahí?
Lo gracioso es que luego se sincera y cuenta la realidad.
Le pilló el crack del 87 en mitad del viaje. Los índices americanos se desplomaron varias jornadas consecutivas como pocas veces se había visto antes. Las pérdidas fueron multimillonarias en apenas unos días.
Los clientes estaban como locos, querían retirar sus ahorros y ponerlos a salvo. No sabían qué estaba ocurriendo ni dónde podían detenerse las caídas. Fueron unas jornadas de infarto.
En esta segunda versión nos habla de cómo fueron en verdad aquellas vacaciones.
No pudo disfrutar del golf ni un segundo. Entre hoyo y hoyo estaba colgado del teléfono dando indicaciones a la oficina y tranquilizando a los clientes. Tenía que elegir qué acciones comprar a precio de ganga, pero también tenía que lidiar con las retiradas de capital masivas que le estaban ordenando.
Su nivel jugando fue pésimo.
Los castillos irlandeses del medievo le importaban entre cero y nada. A pesar de tener ante sus ojos reliquias históricas en todo momento estaba pensando en las caídas del SP 500. Lo único que deseaba era salir de allí.
Del hotel no aprovechó nada. Estuvo en uno de los mejores resorts del país a todo lujo, pero como si se hubiera alojado en un hostal de mala muerte. Se pasó la mayor parte del día conectado a internet y preocupado por los precios.
Para más inri, ni siquiera completó lo que deberían haber sido unas vacaciones soñadas. Adelantó el regreso para aterrizar directo en la oficina.
Descubrir esta doble cara de una misma moneda es curioso, me hace ver que la necesidad de aparentar no es algo moderno de las redes sociales. Ya existía hace más de 35 años.
Lo gracioso es que Lynch se quita la careta y cuenta la verdad. Así se le ve más humano.
Los términos que Peter Lynch se inventa
Otro puntazo es el uso de algunas palabras que sólo el utiliza, como las aciones que multiplican su valor por varias veces. Las denomina «bagger»
Una 3-bagger es un título que ha multiplicado por 3. Por ejemplo, la ha comprado en 5 y la ha vendido en 15.
Ese término se ha hecho famosete, lo encontrarás con frecuencia en los foros de inversión. Frases como «Inditex va a ser mi próxima 5-bagger»
El otro término que me hace mucha gracia es el de la «Diworsification» , lo que en español podría traducirse en «Diempeoración» (queda bastante raro escrito así.)
Se refiere a cuando los gestores compran compañías malas por el simple hecho de sumar acciones a la cartera. Para decir que están diversificados.
Él opina que no hace falta tener 150 acciones y presumir de diversificación. Eso lo hacen los gestores mediocres: añadir acciones sin ton ni son por motivos ridículos.
Que si son grandes, las de toda la vida o por cuestiones tan absurdas como ser fieles a esa compañía, aunque lleve varios años reportando pérdidas.
Como no ganan rentabilidad les cuentan a sus clientes que están muy diversificados y así están evitando riesgos. Lo que no les dicen es que están haciendo un trabajo pésimo en su trabajo: elegir bien.
La filosofía de Lynch me gusta: dice que con 4 o 5 acciones de calidad es suficiente. ¿Para qué quieres más si lo que tienes entre manos es bueno?
Es muy simple pero muy difícil de hacer bien. Hay que investigar a fondo y no quedarse con cualquier cosa. Así es como el gestor aporta valor.
Las 8 características para tener una acción en cartera
Sólo hay un par de aspectos contables básicos donde pone el foco.
El más importante son los beneficios. Si gana dinero, subirá en bolsa. Tan sencillo como eso.
El segundo es la deuda. Trata de evitar los excesos de deuda porque implican debilidad. Una mala racha se la puede llevar por delante.
Con un análisis financiero de dos minutos ya podrías saber si una empresa es de alta calidad, y por lo tanto podrías comprarla.
Fíjate en que gane dinero y que no esté ahogado por las deudas. Ya está.
Hay otros consejos que cualquiera puede aprovechar, aunque no hayas invertido jamás y no sepas ni sumar. Por ejemplo, siempre es bueno comprar empresas de las que tú mismo eres cliente.
Si el Renault que compraste no te ha dado ningún problema y repetirías cuando cambies de coche, la compañía está haciendo un buen trabajo. No eres el único que piensa así.
Han conseguido fidelizar a los clientes y por lo tanto, ganar pasta.
Otro detalle positivo es entrar a la tienda y ver que la gente hace cola por pagar. ¿No te ha pasado en el Zara?
Es el sueño de cualquier empresario, que los clientes tengan que esperar para darte su dinero. Esos títuolos hay que comprarlos sí o sí.
Luego deja unos consejos bastante graciosos para seleccionar valores. Están orientados a observar lo que hace la mayoría y llevarles la contraria.
Te los cuento:
#1. Suena aburrida, o mejor aún, ridícula.
Lynch apuesta por negocios simples que funcionan.
Pone el ejemplo de «Pep Boys : Manny, Moe & Jackpor». Parece un nombre elegido por tres borrachos en una apuesta absurda. Y sin embargo se multiplicó por 10.
#2. Hace algo desagradable
Cuando alguien hace lo que nadie quiere hacer significa que va a tener trabajo sí o sí. Y además va a cobrar el servicio caro.
Cuanto más desagradable, mejor le irá. Si piensas en su actividad y te entran náuseas no lo dudes: debes comprarla inmediatamente.
Un buen ejemplo es el tratamiento de residuos. ¿Quién va a querer meterse en unas alcantarillas mugrientas a limpiar la mierda de toda la ciudad? El olor a podrido es de lo más desagradable que te puedes echar a la cara.
Quien tenga el valor de bajar ahí no lo va a hacer gratis, créeme.
#3. Los analistas no la siguen y no sale en las noticias
Cuando una empresa sale demasiado en televisión.. malo. Ya ha subido lo que tenía que subir. No esperes convertirla en una bagger.
Ni mucho menos esperes recomendaciones bien-intencionadas de los periodistas. Más bien tratarán de engañarte, como ya te comenté aquí:
Las que están alejadas del foco mediático son las que más potencial alcista tienen.
#4. Circulan rumores sobre ella: está envuelta en algún escándalo mafioso
¿Recuerdas el escándalo Volkswagen? Cuando salió a la luz que trucaban los motores para engañar a las máquinas diagnósticas de CO2.
Quién se iba a pensar que los alemanes, con la fama de serios que tienen, nos la iban a colar de esa manera. Reconocieron, como mínimo, la venta de 600.000 vehículos adulterados.
Les cayó una multa histórica. Eran los apestados del sector.
Fue el mejor momento para comprar Volkswagen en la última década. Esos días, en pleno pánico, llegó a cotizar a 100€. Apenas cinco años después la teníamos por encima de 300€, además de los dividendos.
Una 3-bagger de manual.
#5. Resulta deprimente
Las funerarias lo cumplen a pies juntillas. Y si además tiene un nombre ridículo todavía mejor. Ya son dos factores a favor.
No verás al CEO de una funeraria en las noticias prometiendo ser el creador de algún producto novedoso que cambiará la vida de millones de personas. Tampoco le verás montado en un flamante Ferrari acompañado de una espectacular rubia.
Y, sin embargo, puede ser la mejor inversión de tu vida.
#6. Es usuario de la tecnología
Vamos a recalcar la diferencia entre ser CREADOR de tecnología o ser USUARIO de la tecnología.
Los creadores de tecnología viven a la carrera por ser los primeros en lograr el siguiente avance. No sólo compiten en rapidez, sino que también lo hacen en precios.
Sólo unos pocos sobreviven.
En cambio, los usuarios de la tecnología se benefician de esta guerra.
Fíjate en cómo era un coche hace 25 años o cómo lo es hoy. Por el mismo precio antes tenías una tartana y ahora estás montando en una nave espacial.
#7. La gente debe seguir comprando sus productos
Es mejor invertir en empresas que fabrican medicamentos, cigarrillos o de comida, que en artículos de lujo.
Las joyas son un capricho. Cuando vengan mal dadas nadie estará pensando en adquirir un pendiente de oro y platino.
Pero sí se acordarán de comer. Que el estómago aprieta de lo lindo.
#8. La empresa o los directivos están recomprando acciones
Lo habitual es que los trabajadores vendan las acciones que les entregan junto con el salario. Prefieren tener más dinero en el bolsillo.
Por eso cuando están comprando es una magnífica señal. Ellos mejor que nadie tienen información de lo que está sucediendo dentro. Creen en el proyecto y empujarán para que las cosas salgan bien.
Si la empresa también recompra acciones es una señal inmejorable. Denota una situación financiera sólida. Tienen tanto dinero que reducen deuda y apuestan por invertir en sí mismos.
Por contra, hay que salir corriendo ipso-facto de una empresa que vende sus propios títulos para sufragar gastos corrientes.
En los últimos años Santander y Telefónica han ampliado capital para pagar dividendos. Los nuevos inversores remuneran a los antiguos.
El timo del tocomocho.
La divertida teoría del Cóctel por la que sabrás si es un buen momento de compra o mejor esperar
No sólo habla de cómo debe ser una empresa para mantenerla unos cuantos años. También se centra en el timing: cuál es el momento para meterle zapatilla.
¿Debería comprar ya o me espero porque el mercado está caro? ¿En qué momento del ciclo estamos?
Para resolver esta duda Lynch nos presenta una graciosa teoría.
No hace falta analizar gráficos, ni estudiar descuentos de flujos de caja, ni ir a las empresas a que el directivo de turno nos cuente alguna película.
Es mucho más sencillo.
Haciendo caso a esta teoría detectarás la fase en que se encuentra el mercado: si está acumulación, en tendencia alcista, euforia o distribución.
Está cimentada, nada más ni nada menos, que en un estudio empírico infalible: muchos años de pie en salones de fiestas, cerca de calderos de ponche, escuchando lo que opinan sobre la bolsa las diez personas más próximas.
No es ninguna tontería.
En el primer estadio de un mercado alcista – cuando la mano fuerte está acumulando después de haber experimentado fuertes bajadas y nadie espera que la bolsa suba – nadie le habla de mercados.
De hecho, cuando le preguntan cómo se gana la vida y él responde “Soy gestor de un fondo de inversión”, asienten educadamente y se van a otro sitio.
Si no se van, cambian rápido de tema al último partido de los Lakers, las próximas elecciones o la meteorología.
Poco después están hablando con el dentista – siempre hay un dentista en una fiesta – sobre el sarro.
Lynch dice que cuando diez personas prefieren hablar del sarro con un dentista que de acciones con el gestor de un fondo de inversión, es probable que el mercado esté a punto de despegar.
En el segundo estadio, el inicio de la tendencia alcista, después de confesar cómo se gana la vida, los nuevos conocidos se quedan un rato más – lo suficiente para decirle lo arriesgada que es la bolsa – antes de irse a hablar con el dentista.
La conversación de la fiesta sigue girando más alrededor del sarro que de las acciones.
El mercado ya habrá subido un 20% desde el primer estadio, pero pocos prestan atención.
En el tercer estadio el mercado ha subido más de un 30 por ciento adicional. La multitud ignora al dentista y rodea al gestor de fondos durante toda la noche.
Los más entusiastas le llevan aparte para preguntar qué acciones deberían comprar.
Incluso el dentista le pregunta qué acciones debería comprar.
Todos los invitados a la fiesta han puesto dinero en algún valor y discuten sobre los resultados obtenidos.
En el cuarto estadio, de nuevo la gente rodea al señor Lynch, pero esta vez para decirle a él qué acciones debería comprar.
Incluso el dentista tiene tres o cuatro pistas que darle, y en los próximos días comprueba sus recomendaciones en el periódico y ve que todas han subido.
Es la señal definitiva. El mercado ha llegado a su techo. La caída es inminente.
Repetir su historia es imposible, quédate con las pautas que llevan al éxito
Lo mejor del libro es que te enseña a pensar diferente.
Se sale de la teoría impartida en las escuelas de negocios donde sólo se fijan en el PER, en el EBITDA, en los descuentos de flujos de caja.. y se centra en aspectos prácticos.
De los que cualquiera puede aprovechar, sin importar que seas taxista, cajera o el mismísimo Amancio Ortega.
Se centra en lo fundamental: entender la psicología humana. Aunque a veces lo olvidemos, detrás de los negocios hay personas. No sólo números.
Este enfoque hace que invertir sea divertido.
No es lo mismo revisar cuatro folios de datos financieros encerrado en un despacho con luz fluorescente que acercarte a la empresa, hablar con el directivo, ver cómo trabajan, en qué estado tienen las instalaciones..
Conocer la figura de Peter Lynch también aporta perspectiva a la hora de comparar resultados
Ganó un 29% al año durante 13 años. Está considerado el mejor inversor de la historia en el país más próspero, Estados Unidos.
Es un caso excepcional. Muy difícil de repeteir.
Por eso cuando me encuentro una ponencia con un trader intradía prometiendo el 20% al mes ya sé por dónde va la película.
En redes sociales los verás a patadas. No está de más preguntarles su fórmula mágica.
¿Acaso el Sr Lynch, un hombre multimillonario, era tonto?
De broma.
Por último, lo que más me gusta es cómo pone el foco en las oportunidades.
Las 8-bagger no aparecen por casualidad.
Sólo las coges cuando el mercado se ha vuelto loco. Lynch las identifica a la perfección y va a por ellas sin dudarlo.
En cuanto ve una oportunidad de éstas afila el colmillo y para dentro. Es donde está la pasta.
Podría haber sido un gestor mediocre, pero llegó a ser una celebridad por ser el mejor en cazando oportunidades.
Esta academia está montada para transmitir esa misma filosofía.
Lo que pasa es que no esperamos años para darle a la tecla. Ni falta que hace.
En el mercado hay oportunidades todas las semanas. Todos los meses.
Las identificamos y cuando vemos una vamos a por ella. No se escapa.
Si quieres operar con esa mentalidad de cazador en lugar de ser uno más es por aquí:
Haciendo trading con la Reversión a la Media buscando oportunidades
En lo que no nos parecemos nada es en el horizonte temporal.
Las posiciones de Lynch pueden durar años. Incluso décadas.
Aquí le metemos un poco más de chicha. Las trades van a durar entre unas pocas horas o varios días.
Así una y otra vez.
Haciendo trading con la Reversión a la Media
No podíamos coincidir en todo, jeje.
Antes de cerrar me gustaría saber tu opinión sobre el libro.
¿Ya te lo habías leído?
¿Me recomiendas algún otro manual sobre trading o inversiones?
O dame un poquito de envidia y cuéntame cuál ha sido tu última bagger. Espero tu comentario abajo.
Un fuerte abrazo y buenas inversiones 😉
Enrique Mazón
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