Había una vez un lobo que estaba pasando tanta hambre que los huesos se le marcaban en la piel. Hacía tiempo que no probaba bocado, porque los pastores guardaban el ganado y los perros lo vigilaban. A decir verdad, no sabía cuándo iba a comer de nuevo.

Un día el lobo se encontró con un perro que tenía un aspecto saludable, fuerte y sano. El lobo pensó en comérselo, pero no se sentía con fuerzas como para emprender la batalla. El enemigo tenía trazas de defenderse bien.

Entonces el lobo comenzó una conversación con el perro, y le felicitó por su buena apariencia.

– Tú no estás tan bien como yo porque no quieres. Deja el bosque y a tus amigos. Sígueme y tendrás una vida excelente.

Y el lobo preguntó:

– ¿Y qué tendré que hacer?

– ¡Casi nada! Sólo atacar a quien ponga el peligro al amo, querer a los dueños de la casa, y siempre complacerlos.

Con tan poco como eso, tendrás comida todos los días, ¡te lo aseguro!. Y además, recibirás el cariño de quienes viven en la casa.

El lobo se sentía convencido, al fin iba a dejar de pasar hambre. Tenía ante sí una buena oportunidad para mejorar su vida. Sólo de pensarlo, lloró de alegría.

Comenzó a caminar hacia la granja con el perro, pero advirtió que su nuevo compañero tenía una herida en el cuello.

– ¿Qué es eso que tienes en el cuello? Preguntó el lobo.

– Nada. Dijo el perro sin mirarle a los ojos.

– ¡Cómo que nada!

– Poca cosa es. Se negaba a confesar el perro.

– Pero algo es esa herida en el cuello.

– Ah… Será la señal del collar con el que a veces estoy atado. Confesó por fin.

– ¡¡Estás atado!!, pero… ¿Tú no vas y vienes a donde quieres y cuando quieres?

– No siempre. Pero eso, ¿qué importa? Dijo el perro restándole importancia.

Y el lobo en ese preciso instante, aterrorizado por la realidad del perro, se dio la vuelta y echó a correr. Y a día de hoy continúa corriendo.

 

La fábula del perro y el lobo es una de las más de 400 fábulas que se le atribuyen a Esopo, escritor griego que vivió entre 600 y 700 años antes de Cristo, y recuperada después por Jean de la Fontaine, fabulista francés que vivió en el siglo XVII.


 

Creo que la primera vez que escuché una historia de superación sobre un personaje americano, o quizás si no fue la primera, sí es la que mejor recuerdo, fue la de Lance Armstrong. Me refiero al ciclista que ganó 7 Tours de Francia consecutivos. El mismo que fue proclamado como un héroe y a quien, pocos años después, le tachaban de villano aquellas mismas ratas que se acercaban a él para hacerse una foto poniendo la mejor de sus sonrisas.

El camino de Armstrong fue duro, pero duro de verdad, y no como los dramas influencers que se quejan por no poder estar en Bali el último verano y se tienen que conformar con pasar un par de semanitas en Menorca. Armstrong, encontrándose en plenitud física – había sido campeón del mundo la temporada anterior – recibió una noticia fatal: tenía cáncer de testículos con metástasis en los pulmones y en el cerebro. Los médicos le daban menos de un 40% de probabilidad de supervivencia.

Su equipo, el Cofidis, le dio por desahuciado, y en cuanto supieron de su enfermedad rompieron el contrato que había firmado de 440 millones de pesetas por temporada. Después de estar 9 meses postrado en una cama de hospital, consiguió salir de aquel infierno y resurgir de sus cenizas cual ave Fenix. En pocos años pasó de ser un enclenque – le hubieran concedido la invalidez en caso de solicitarla – que había perdido un testículo, el 80% de la masa muscular y el fondo físico, a convertirse en un depredador de Grandes Vueltas que arrasó con el gran objetivo soñado por cualquier ciclista: ganar el Tour de Francia.

Muy pocos saben que antes de superar el cáncer y de ganar los 7 Tours de Francia, Armstrong fue campeón del mundo en Oslo en 1993, con solo 22 años. La medalla de plata fue a parar a don Miguel Indurain, en la foto situado a la izquierda. Es de las pocas victorias que el navarro no consiguió lograr, junto con la Vuelta a España (quedó 2º en la de 1991, la que disputó mi padre, y que ganó Melchor Mauri)

Pero la historia de superación de Lance Armstrong comenzó mucho antes de subirse a una bicicleta. Su madre se casó con su padre biológico estando embarazada, con apenas 17 años. Fue un matrimonio fugaz, se divorciaron cuando Lance tenía 2 años por los abusos que este hombre, Eddie Gunderson, perpetraba contra su madre.

En su autobiografía cuenta que nunca le preguntó a su madre por su padre, a quien siempre ha considerado un extraño.

«Nunca he conocido a mi supuesto padre. Nunca he preguntado nada sobre él, ni a mi madre. Parece raro, pero es así. El hecho de que me haya transmitido sus genes no quiere decir que por eso sea mi padre. En lo que a mí respecta, no existe nada entre nosotros. Sinceramente, no sería capaz de diferenciar a mi padre biológico del cajero del banco de la esquina»

 

Su madre se volvió a casar con otro hombre, Terry Armstrong de quien Lance tomó el apellido. La convivencia con su padrastro tampoco debió ser sencilla, porque le maltrataba insultándole y le pegaba a menudo. Según este señor, sin su influencia Lance no hubiera conseguido los éxitos deportivos que consiguió:

«Lance no sería el campeón que es sin mí. Lo dirigí como un animal. Es lo único de lo que me arrepiento. ¿Me excedí con eso de ‘ganar a toda costa’? Era como un jefe pero no lo abracé lo suficiente ni le dije que lo quería. Siempre estaba con él entrenando, pero no le mostré el amor que debía».

 

En cambio, la opinión que tiene Lance Armstrong sobre su padrastro es bastante diferente. En su autobiografía le describe así:

«Entre todos los regalos que me hizo mi madre hubo uno que no me hubiera importado no tener: un padrastro. Terry era un pobre hombre con un bigote ridículo que tenía la mala costumbre de jactarse de los éxitos de los demás más que de los suyos propios. No tengo nada que decirle».

 

Las infancias de personajes extraordinarios también suelen ser extraordinarias, como le ocurrió a Lance Armstrong. Rodeado de un ambiente tan tóxico y falto de amor – un padre alcohólico que abusaba de su madre, un padrastro que abusaba de él – podía haberse victimizado y ser un desgraciado toda la vida, darse a las drogas o robar o asesinar para soltar la rabia que le debía de consumir por dentro. Pero en lugar de eso, canalizó esa energía negativa y construyó una fortaleza mental inigualable.

Te digo esto porque los éxitos de Lance Armstrong no solamente se sustentaron en su formidable físico – ya de juvenil fue campeón de los Estados Unidos de triathlon – , sino en una mentalidad única. Por ejemplo, muchos campeones de su época, como Pantani (✞), Ullrich o el Chava Jiménez (✞), quienes también se sirvieron del dopaje para triunfar (ahora hablaré de esta polémica), luego cayeron en desgracia. Los finales de el Chava o el Pirata fueron los más extremos y súper tristes, muriendo por sobredosis en una clínica de desintoxicación.

El dopaje siempre ha sido un arma de doble filo, puesto que la cocaína o las anfetaminas son sustancias tremendamente adictivas, con los peligros que ello conlleva. Unos supieron desentenderse y parar cuando tenían que parar, y otros no fueron capaces de decir que no a los excesos. Armstrong utilizó las drogas, sí, pero fue lo suficientemente fuerte como para no caer en la drogadicción.

 

Respecto a sobre si los éxitos que cosechó Lance Armstrong son legítimos o no lo son, te voy a dar mi opinión

Él mismo reconoció que montó una estructura de dopaje sistemática en su equipo, para que tanto él como sus compañeros llevasen una gasolina que el resto de rivales no tenían. No podía permitirse otro resultado que no fuera ser primero, y puso los medios que tenía que poner para vencer. Si, ya sé que Armstrong hacía las etapas de 200 kilómetros igual que los demás, ya sé que, en igualdad de condiciones – yendo todos limpios – , seguramente también hubiera ganado los Tours porque era el mejor ciclista de su generación, ya sé que blablabla… Pero lo cierto es que sin haberse dopado meticulosamente, no hubiera ganado los 7 Tours de Francia.

Desde mi punto de vista, cualquier éxito queda invalidado desde el momento en que haces trampas. Yo creo que no te sirve de nada ser el número uno si has estado toda tu vida engañando. Y si no puedes ganar de una forma honesta no pasa nada, tú tranquilo, que gane otro y que su conciencia cargue con el peso de haber jugado sucio.

Porque en el fondo es una cuestión de avaricia, de ego, de afán de poder: el ganador tiene un contrato mucho mejor que el puesto 18, le respetan más, le idolatran allá donde va… Me parece muy bien que tengas esas necesidades de reconocimiento, porque todos somos humanos. Pero si la única manera de cubrirlas es aplastando a los demás siendo un tramposo, entonces lo siento, pero no me vale, el fin no justifica los medios.

La transformación de Lance Armstrong. De pasar 9 meses en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte a ser un campeón que arrasó con todo lo que se propuso

 

Y qué tiene que ver la vida de miseria, trampas y éxitos de Lance Armstrong con Nikolai Dimitriev Kondratieff (1892 – 1938), el economista ruso que desafió el régimen comunista y que tuvo el peor de los finales

Me he extendido contándote este pasaje, además de por lo mucho que me gusta el ciclismo, porque quería hacer de puente con el protagonista de este post. Nikolai Kondratiev fue un personaje totalmente diferente a lo que fue Armstrong: no acaparó titulares de periódicos, no venció a costa de no tener escrúpulos, y no tomó atajos para llegar a la verdad. Y lo que es peor – o mejor – , eligió pagar con su vida el hecho de defender su dignidad en un sistema corrupto.

Desde aquí quiero resaltar a Kondratiev en homenaje a los héroes anónimos. En mi opinión, es tan meritorio ser futbolista y meter goles por la escuadra mientras te aplauden miles de personas enfervorecidas, que tener 3 hijos tú sola y levantarte a las 6 de la mañana para irte a fregar escaleras. Quien no busca atajos, quien pone el alma en lo que hace, y quien defiende la verdad, siempre merecerá el respeto de todos.

Y dicho esto y habiendo rendido homenaje a quien se lo quería rendir, hablemos de Nikolai Kondratiev.

 

El caso del economista Kondratiev lo podríamos denominar casi milagroso. Bueno, en lugar de eso, y para ser más exactos, lo denominaría como estadísticamente improbable. Así lo considero, porque es casi imposible que un soviético que nació y vivió en lo peor de la dictadura comunista, y que venía de una familia de campesinos de Siberia, hoy en día sea un referente en el campo de la economía.

Nacido en la pequeña aldea llamada Galuevskaya, a unos 500 kms al nordeste de Moscú, Kondratiev destacó desde muy joven por su habilidad con las matemáticas y su interés por las finanzas. Sus maestros vieron potencial en él, le recomendaron para cursar estudios superiores y fue así como consiguió entrar en la universidad de San Petersburgo. Allí estuvo tutelado por el economista ruso-ucraniano Mijail Tugan-Baranovsky.

En cuanto terminó los estudios escaló rápidamente en la sociedad rusa, haciéndose un hueco entre los poderosos. Con solamente 25 años consiguió su primer cargo de importancia en el gobierno. Fue nombrado Subsecretario de Alimentos en el gobierno provisional de Kerenski, en 1917.

En este punto dejado de la mano de Dios nació el genio Kondratiev. Qué vidas tan duras la de aquellos habitantes de Siberia

Poco después, en 1920, fundó el «Instituto de Investigación de la Coyuntura en Moscú». Allí aglutinó a un grupo de reputados economistas rusos, con quienes estudió dos sectores estratégicos: la agricultura y la industria. Fue su director hasta 1928, cuando abandonó el cargo por estar en desacuerdo con las normas que le imponían sus superiores.

Fueron años de actividad frenética, ya que también era uno de los pesos pesados del entramado comunista. Esto le requería llevar una vida política activa, siempre estando disponible a las órdenes del partido. Además de acudir a los mítines o visitar las regiones recónditas, participó en el primer Plan de Planificación soviético y apoyó la Nueva Política Económica.

Kondratiev era uno de los pocos rusos que tenía permitido salir al extranjero. Gracias a su posición, acudía a foros internacionales, tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña. En aquellas estancias se dio cuenta de que la vida del pueblo ruso tenía mucho margen de mejora, y de que la propaganda que el gobierno se encargaba de difundir entre la población, en realidad no tenía nada que ver con lo que sus ojos estaban viendo cuando cruzaba las fronteras.

 

Por ese motivo empezó a mostrarse contrario a las políticas comunistas de la Unión Soviética. No estaba de acuerdo con las expropiaciones masivas, ni con la industrialización estatal y tampoco con la economía planificada por el Estado. El hecho de tener a un crítico entre sus filas le resultaba incómodo a una cúpula que solamente buscaba tener una población cada vez más empobrecida, sumisa y controlada.

Para más inri, según sus investigaciones el capitalismo no se extinguiría después de la gran depresión de 1929, lo que contradecía la versión oficial del gobierno. Kondratiev dijo que el modelo capitalista resurgiría más fuerte tras la grave crisis americana que provocó el crack bursátil. Para Iosif Stalin, el sanguinario dirigente de la Unión Soviética, aquello fue la gota que colmó el vaso.

Nikolai Kondratiev fue arrestado en la primavera de 1930, acusado de ser dirigente de un inexistente Partido de Trabajadores Campesinos. Sin haberse llevado a cabo ningún juicio, fue deportado a Siberia. Fue así como, alguien que había dado tanto por la sociedad rusa, era declarado enemigo oficial del pueblo.

 

A pesar de la humillación que supuso despojarle de todos sus logros, apartarle de su familia y robarle su identidad, Kondratiev alargó sus investigaciones unos años más estando recluido en el monasterio del Salvador, en Súzdal. Al poco de recaer en aquella prisión cayó gravemente enfermo, la vida en la Siberia de los años 30 era extremadamente dura, con temperaturas habituales por debajo de los -20 grados. Y sobre todo, siendo un apestado del régimen conseguir abrigo,  buena comida o la atención de un médico era una misión imposible.

La compasión no era una peculiaridad de Stalin, y tras comprobar que Kondratiev no iba a retractarse en sus teorías, sino que lucharía por que la verdad saliera a la luz al coste que fuera, su gobierno lo condenó a muerte, el castigo máximo por traición. Como sus ideas molestaban decidieron quitárselo de enmedio, asustando a quien se le pudiera ocurrir seguir sus pasos. A Kondratiev le fusilaron en un polígono industrial a las afueras de Moscú.

Como tantos otros genios, las investigaciones de Kondratiev cobraron relevancia fuera de las fronteras rusas una vez muerto. Joseph Schumpeter, un ex-ministro de finanzas en Austria, se encargó de difundir su obra en occidente. Gracias a Schumpeter su legado permanece vigente, y los ciclos económicos de largo plazo hoy en día se denominan los Ciclos Kondratiev.

 

El ciclo de Kondratiev nos hace ver la economía con una perspectiva muy amplia, alejados de las inmediateces actuales

Kondratiev desarrolló su teoría sobre el ciclo económico largo apoyándose en los datos recopilados por el Instituto de Investigación de la Coyuntura, la organización que fundó y dirigió durante casi una década.

Es importante recalcar que sus investigaciones están basadas en datos empíricos. No buscaba razones para explicar los sucesos, simplemente confirmó la existencia de unos ciclos macroeconómicos autorregulados sin intervención estatal. Lo hizo siguiendo una metodología científica, aportando rigurosas pruebas.

Lo más destacable de esta teoría de los ciclos es su duración. Es una herramienta muy potente para tomar perspectiva, ya que muchas veces nos pensamos que el mundo se acaba con los 5 minutos de volatilidad que ocurren después del dato de empleo USA. Los inversores de largo plazo son quienes más partido pueden sacar a su teoría, ya que les aportará tranquilidad cada vez que se enfrenten al estrés del corto plazo.

Los ciclos económicos siempre, siempre, siempre funcionan así. Como también funciona así la vida misma.

 

Kondratiev demostró que cada ciclo tiene una duración media de 54 años, aunque el rango puede oscilar una década arriba o abajo. Es decir, habrá ciclos de cuarenta y pocos años y otros se irán por encima de los 60.

Todos los ciclos comienzan con una mejora generalizada de las condiciones de vida, hay un punto de inflexión a partir del cual la actividad económica  se estanca y llega una crisis que se lleva por delante a los más débiles. Así, en forma de toboganes o montañas rusas, es como ha funcionado el mercado toda la vida, y así seguirá funcionando.

Ya hablé sobre las distintas fases que tiene un ciclo en un artículo anterior, junto con algunos trucos que te dejo para detectar en qué punto te encuentras. Así, sabiendo dónde estás, es mucho más sencillo terminar ganando dinero. Te dejo el enlace por aquí y seguimos con las enseñanzas del economista ruso:

 

Según Kondratiev, cada ciclo económico de largo plazo está liderado por una innovación tecnológica. En los periodos que pudo estudiar, distinguió estos tres ciclos largos:

  • El primero empezó en 1773 hasta 1848, con la máquina de vapor como impulsora del comercio.
  • Desde 1848 hasta 1896 aparece una nueva onda, asociada a la expansión de ferrocarril por todo el mundo.
  • El último ciclo arranca en 1896 y terminaría en 1945 (posterior a su muerte). La producción en masa industrial y el descubrimiento de la electricidad – y su uso como fuente de energía – fueron los dos impulsores.

Algunos analistas modernos fijan un ciclo posterior a 1945, con la electrónica como impulsora del cambio. El último ciclo, en el que nos encontramos actualmente, ya te imaginarás por qué viene motivado. Exacto: por el auge del Internet y la velocidad en el intercambio de la información.

 

Las 4 estaciones del ciclo Kondratiev, como si de un año metereológico se tratara

  • La Primavera es una fase de crecimiento inflacionario. Arranca desde una depresión y, en ese punto en el que peor lo está pasando la población,  es cuando surge el ingenio para crear riqueza, y cuando se aprietan el cinturón y cierran el bolsillo, ahorrando al máximo. Esta acumulación de capital propiciará las inversiones futuras, gracias a las cuales se extraerán rentas.

 

  • El Verano destaca por la estanflación: los precios suben y los sueldos bajan. La producción se resiente, ya no es capaz de continuar al mismo ritmo que en la fase anterior. El verano termina con una grave recesión.

 

  • En el Otoño el crecimiento es relativamente bajo. En lugar de sustentarse en la innovación y las inversiones, el crecimiento está impulsado por el consumo, lo que genera un rápido aumento de la deuda. Este camino no tiene ningún futuro, la burbuja termina explotando y entramos en la siguiente fase.

 

  • El Invierno es un período de grandes ajustes. «Winter is coming», que dirían en juego de tronos. La recesión se lleva por delante las industrias que más estaban sufriendo y hay un reajuste natural en la economía. Los fuertes salen de la crisis más fuertes y los débiles desaparecen, como la vida misma.

 

Las gran aportación que nos deja la teoría de ciclos largos de Nikolai Kondratiev

Hubo un concepto que me gustó en especial cuando estaba estudiando la teoría de Kondratiev. Es la denominación de dichos ciclos como «ciclos autorregulados». Para un liberal como yo, escuchar ese término de alguien que vivió en la Rusia más comunista, supone una sensación de éxtasis como pocas otras cosas me puede generar.

Mira, vivimos en una economía ultra proteccionista, en la que el peso del Estado ya supone más del 50%. Es decir, que la mitad de las decisiones económicas y políticas (que en el fondo es lo mismo) no se están tomando a través de la evidencia empírica de la prueba y el error, sino que un grupo de supuestos sabios se están atreviendo a coger tu dinero y decidir qué hacer con él. Eso sí, siempre velando por tus intereses, para cuidarte y protegerte.

Estamos creando observatorios públicos absurdos que no valen para nada, estamos subsidiando a millones de personas que podrían estar trabajando, o estamos rescatando empresas – o subvencionándolas – cuando ni un euro de dinero público debería estar destinado a sostener una industria que no se sostiene por sí misma. Estas prácticas siempre, siempre, siempre salen mal, como tantas y tantas veces se ha demostrado a lo largo de la historia. Si nunca dejas salir a la calle al niño para que juegue, nunca se caerá al suelo y se hará daño, pero tampoco habrá descubierto cuál es la esencia real de la vida.

 

Es que, al querer intervenir todo, al querer tenerlo todo tan controlado, estamos yendo en contra de los fundamentos de la naturaleza. Una madre súper protectora, que le da a su hijo todo lo que pide a las primeras de cambio, educará a un niño débil que no habrá adquirido recursos para buscarse las habichuelas por sí mismo. Es lo que sucede con las manifestaciones: salen cuatro becerros a gritar, cortan las calles principales de la ciudad, se ponen a quemar contenedores – luego hay que reponerlos con los impuestos que todos pagamos – y ale, para que os estéis calladitos y no montéis el follón, os damos lo que pedís, como si fuerais un niño que llora pidiendo teta.

Esta hiper regulación de la que te estoy hablando, llevada a su máxima expresión, es el comunismo: una economía totalmente controlada por los políticos. ¡Si hasta se atreven a marcar los precios de las productos que se venden en las tiendas, por el amor de Dios! Los resultados de estas atrocidades están a la vista de cualquiera:

  • ¿O acaso no sabías que el muro de Berlín lo construyeron desde la parte de la Alemania comunista, para que la gente dejara de escapar hacia el mundo libre?
  • ¿O acaso no sabías que el sueldo de un médico en Cuba es de 7 dólares al mes?
  • ¿O acaso no sabías que ya se han ido 7 millones de venezolanos, casi el 30% de la población, muchos de ellos escapando del país caribeño a pie y con nada más una mochila?

 

Las buenas intenciones nunca son suficientes para justificar una intervención sobre un proceso natural. A veces necesitamos caer, aunque eso signifique hundirte hasta el abismo más profundo. Porque en ese punto descubrirás la verdad y saldrás a flote.

De hecho, cuando intervienes en una situación y fuerzas para modificarla a tu antojo, lo único que haces es agravar un problema. Porque estás poniendo un parche sobre una rueda pinchada, y eso siempre es un arreglo temporal. El neumático tarde o temprano explotará, y lo hará cuando más confiado te sientas, por lo que las consecuencias serán peores.

Los ciclos de Kondratiev ponen de manifiesto estos comportamiento tan naturales: un grupo de personas – la sociedad – prueba una manera de hacer las cosas, y la única manera de saber si funcionará o no funcionará es dejar que el tiempo muestre los resultados.

 

Gracias Nikolai, por recordarnos que el bien, aunque necesite su tiempo para salir a la luz, siempre triunfará sobre las malas decisiones

Los grandes avances de la humanidad se han conseguido así, a base de prueba y error. Por ejemplo, a alguien se le ocurrió un día que la electricidad podría ayudarnos a todos, y estaba en lo cierto, ya que ahora se nos haría imposible vivir sin ella. ¿Te imaginas estar en una casa sin microondas o sin televisor?

En cambio, cuando algo no es sostenible, tarde o temprano la situación se hará irreversible y llegará el colapso. Pedir créditos para pagar las pensiones de un país siempre será una mala decisión y sólo nos daremos cuenta cuando no quede un duro en la cuenta, o cuando ya no nos lo presten, y estemos en un punto de no-retorno, sin la posibilidad de dar marcha atrás. Entonces nos daremos cuenta del error cometido, el modelo fallido llegará a su fin y construiremos uno que, esta vez, sí sea sostenible.

Y dicho esto, la última reflexión que quiero sacar de los ciclos de Kondratiev tiene que ver con su dimensión temporal. Me encanta que el economista ruso pusiera de manifiesto que las cosas buenas llevan su tiempo construirlas. Porque es la verdad.

 

Mira, un dato curioso que poca gente sabe, es que el 80% de los nuevos negocios no llegan a los dos años. La gente se piensa que montar una empresa es coser y cantar, y que los clientes van a llegar al día siguiente de abrir por su cara bonita y no, las cosas no funcionan así. Primero hay que asentar unas bases sólidas, y sobre esos cimientos crecer.

Esta estadística no es más que el reflejo de la sociedad actual. No tienes más que mirar a tu alrededor: la gente se pone nerviosa si sube una foto y no ha recibido al menos un «like» 5 minutos después de haberla publicado. Nunca ha habido tanta ansiedad entre la población joven y adulta, y quizás es un buen momento para preguntarte el motivo.

En cambio, el bueno de Nikolai Kondratiev llegó para recordarnos que las cosas buenas llevan su tiempo descubrirlas. Nos dijo cosas básicas – pero olvidadas – como que un ciclo al completo puede llevar toda una vida. Y que las malas decisiones caerán por su propio peso tarde o temprano, acarreando un sufrimiento que es inevitable.

 

Quiero pensar que mi Curso de Trading es parte del legado de este valioso ruso que defendió sus ideas hasta la muerte. El motivo es que preferí escapar de la satisfacción del corto plazo y seguir una visión mucho más sólida de largo plazo. Podía ofrecerte un curso de usar y tirar, buscando exprimirte al máximo hasta que no tuvieras nada más que darme, pero eso sería darte pan para hoy sabiendo que vas a pasar hambre mañana.

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Antes de terminar, me gustaría saber cómo te las apañarías en un invierno a menos 30 grados, como hacían los familiares de Kondratiev en Siberia. O si hubieras defendido tus ideas a pesar de estar amenazado de muerte, como hizo Nikolai Kondratiev. ¿Me lo cuentas en un comentario?

Un fuerte abrazo y buen trading… teniendo en cuenta en qué punto del ciclo estás 😉

Enrique Mazón

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Comentarios:

Un comentario en “KONDRATIEV: el economista ruso que fue asesinado por sus propios «camaradas». Defender una tesis de ciclos de largo plazo que contradecía los dictámenes soviéticos terminó con su vida. Su legado te ayudará a tomar perspectiva del suelo que estás pisando


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