Ningún cielo extranjero me protegía,

ni amparo procuré bajo alas extrañas,

Junto a mi pueblo permanecí en los años más duros,

superviviente de ese tiempo, de ese lugar.

La autora de estos versos fue Anna Akhmátova, poeta rusa que nació en 1889 y falleció con 66 años, en 1976. Su obra fue prohibida en Rusia durante su vida, y solamente fue permitida cuando ya llevaba 25 años fallecida. Su poemario más importante, Réquiem, fue publicado sin su consentimiento y conocimiento en el año 1963, en Múnich.

Para mí, Anna Akhmátova fue una heroína, tan diferente de las mujeres petardas hechas en mantequilla de la actualidad, quienes se pasan el día mostrando carne en Redes Sociales tratando de llamar la atención. Cuando en realidad lo único que están consiguiendo es destruirse a sí mismas. Y no son capaces de aportar ningún valor real al mundo en el que viven.

Anna Akhmátova fue perseguida, castigada y deportada por la sangrienta dictadura de Lenin y Stalin (sí, el «paraíso» comunista que regía en la Unión Soviética, y que asesinó a millones de compatriotas que se atrevían a criticar la planificación estatal que les abocaba a la miseria). El delito que cometió fue escribir poesía.

 

Su primer esposo, el también poeta Nikolái Gumilov, cofundó la Unión de Escritores de toda Rusia. No ocultaba sus opiniones anticomunistas, así que el 3 de agosto de 1921 fue arrestado por la Cheka, acusado de participar en una inexistente conspiración monárquica conocida como la «organización militar de Petrogrado».​ El 26 de agosto fue fusilado por los bolcheviques en un bosque de las afueras de San Petersburgo, junto con otros 61 implicados.

A su segundo marido, Nikolay Punin, también le arrestaron, acusado de realizar actividades «Anti-Soviéticas». Fue enviado a un campo de trabajo del Gulag (Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional) en la remota Siberia, donde eran habituales las temperaturas por debajo de los -20 y -30 grados. Allí murió de agotamiento.

 

El hijo que Anna Akhmátova tuvo con su primer marido, Lev Gumilov, siguió los pasos de sus progenitores, y llegó a ser un célebre poeta e historiador ruso. A pesar de sus aportaciones a la cultura, cuando trabajaba para la Universidad de Leningrado fue condenado a pasar 5 años en un campo de trabajo forzoso del Gulag. Su madre, Anna Akhmátova, quemó sus poemas por miedo a que le fusilaran, y le llevaba a la cárcel paquetes de ropa y comida a diario, para así saber si continuaba con vida.

Lev Gumilov fue sacado de la cárcel para engrosar las filas del ejército ruso en la Segunda Guerra Mundial contra Alemania, como soldado raso. Tuvo la suerte de sobrevivir a lo que fue una auténtica carnicería de humanos. Participó en la toma de Berlín, en mayo de1945, con la que se dio por concluida la barbarie que perpetraron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, donde más de 20 millones de soviéticos perecieron, que se dice pronto.

En 1949, después de licenciarse en Historia, Lev Gumilov fue nuevamente arrestado y sentenciado a 10 años en varios campos de trabajo de Kazajistán y la remota Siberia, donde cumplió su condena. Finalmente fue liberado en 1956, tres años después de morir Stalin. Su obra basada en el estudio del Eurasianismo sigue vigente a día de hoy en los círculos intelectuales rusos, e incluso ha inspirado al presidente actual, Vladimir Putin.

 

Anna Akhmátova se negó a plegarse y prostituirse en medio de aquel régimen gris y homicida que amenazaba con quitarle la vida, tanto a ella como a sus seres queridos; y se sostuvo con valor. Los falsos escritores, obtusos emborronadores de cuartillas, capaces de cualquier infamia por recibir las migajas de la camarilla de truhanes que gozaban del poder total, hoy no son nadie, sus plúmbeas obras nadie las lee. Joseph Brodsky, el gran poeta ruso, que la trato y admiró, dijo de ella:

“Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera.”

Por el contrario, el valor y la integridad de escritores como Ana Akhmátova, Boris Pasternak, Vassili Grossman y tantos otros autores talentosos que escogieron la dignidad a costa de privaciones, maltratos, celdas o el balazo artero, fulguran mostrándonos que la dignidad siempre es posible en la peor de las circunstancias. Gracias, Ana Akhmátova, por señalarnos el camino

 

En la introdución de su obra Réquiem, Ana Akhmátova escribió:

En los terribles años de la Yezhovzbina, pasé diecisiete meses en las filas frente a las cárceles de Leningrado. 

Un día, alguien me reconoció.

Entonces, una mujer de labios morados que ocupaba su lugar detrás de mí y que, por supuesto, jamás había escuchado mi nombre, pareció despertar del letargo en el que permanecíamos sumidas y me preguntó al oído (porque allí todos hablaban en voz muy baja):

—¿Y usted podría describir esto?

Yo repuse:

—Sí, puedo.

Entonces una especie de sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su rostro.

Leningrado, 1 de abril de 1957

 

Por cierto, Nikolai Yezhov, de quien toma nombre aquella época sangrienta de la Yezhovbina, fue el dirigente del terrorífico NKVD durante la gran Purga soviética de 1937 y 1938. En ella más de 700.000 rusos fueron ejecutados, y más de dos millones fueron arrestados, colapsando las cárceles. El delito por el que la mayoría de ciudadanos recibieron dos tiros en la nunca era conspiración anticomunista.

Moscú exigía cuotas de ejecuciones, y los subordinados regionales obedecían, sacrificando personas inocentes. Casi todos los detenidos confesaban los crímenes de los que se les acusaba, después de ser sometidos a palizas, torturas, y hambre. La presión para lograr los arrestos era tan grande que los interrogadores del NKVD llegaron a escoger nombres de la guía telefónica, o a preseleccionar hombres casados con hijos que, como ya sabían los agentes, eran los más rápidos en confesar.

El sanguinario Nikolai Yezhov fue traicionado por su propio líder, Iósif Stalin. Le acusaron de actuar como espía para Alemania, Polonia o Reino Unido; de preparar un golpe de Estado, y de organizar asesinatos. Su mujer ya se había suicidado, varios familiares habían sido arrestados, y él fue fusilado solamente un año después de abandonar su cargo, tras confesar sus crímenes ante un tribunal militar, incapaz de soportar más torturas. Su juicio y ejecución no fueron informados ni en la prensa ni en la radio.

La edición de fotografías no es una herramienta moderna destinada a quitarte esas arrugas que tanto te enfadan verlas y salir divino en el Instagram; sino que el «Photoshop» lleva haciéndose casi 100 años. Tras la muerte de Nikolai Yezhov, Stalin dio la orden de que fuera eliminado de todos los registros soviéticos. Estas dos imágenes son prueba viva de ello: en la primera aparece Yezhov a la derecha de Stalin, y en la segunda «milagrosamente» sólo se ve al camarada supremo a orillas del Volga, sin nadie a su derecha.


 

He elegido esta introducción sobre Anna Akhmátova por varios motivos. El primero de ellos es por lo mucho que me fascina darme cuenta de cómo el destino tiene reservado para ti ciertos caminos por los que jamás hubieras imaginado transitar. Nunca pensé que estaría escribiendo sobre una poeta rusa nacida en 1889, a quien descubrí cuando tenía el libro «Victoria» – ganador del premio Planeta 2024 – entre mis manos.

En «Victoria», la autora cuenta las penurias de una familia alemana justo después de terminar la Segunda Guerra Mundial. Dos hermanas han quedado huérfanas, ya que el padre fue acusado de conspiración por decir en voz alta en una fábrica que «Hitler nos está llevando a la ruina», por lo que le mandaron a morir al desembarco de Normandía. Fue destinado a ser uno de los soldados rasos que recibirían las primeras balas del bando aliado.

Para sobrevivir entre la miseria, ambas hermanas deben prostituirse. Una de ellas, Victoria, a pesar de tener una inteligencia fuera de lo común, se ve obligada a cantar todas las noches en un club de alterne del Berlín occidental, pasando por la cama de militares del bando aliado. Mientras tanto, su hermana consigue ciertos «privilegios» a los que jamás tendría acceso – como tabaco, comida fresca o un alojamiento – gracias a que se lleva demasiado bien con un agente secreto ruso, quien vive en el lado soviético de Berlín.

 

Victoria se enamora de un teniente americano – es un romance correspondiendo, él también queda prendido por ella -, y consigue visado para escapar a los Estados Unidos, donde la familia comenzará una nueva vida. Sin embargo, su hija y su hermana no pueden acompañarla porque el agente soviético las secuestra, y no les permite abandonar el país. Victoria debe marcharse sola, sin tener ninguna noticia de su familia, durante muchos años ni siquiera sabrá si permanecen con vida.

La autora aprovecha este pasaje en los Estados Unidos para relatar otros episodios que ahora te parecerían inimaginables. Eres consciente de los juicios tremendamente abusivos que sufrían los negros, donde el testimonio de un hombre blanco era suficiente para terminar con la vida de un inocente, por más pruebas que incriminaran al verdadero culpable. Se llegaba a dar la circunstancia, en el caso de algunos asesinatos, que echaban la culpa a un negro que había sido testigo, sólo porque estaba en el lugar menos indicado observando el crimen.

Mientras tanto, al otro lado del atlántico, la tía y la hija tienen un encontronazo con el extorsionador que les impidió marcharse, y son enviadas a un campo de trabajos forzados a Siberia. Es allí, en medio de tanta ruindad, de que su bebé muera en sus brazos por no poder alimentarle en condiciones (sí, había quedado embarazada del malnacido soviético), de almas que se dejaban ir al más allá porque no podían soportar más sufrimientos, cuando aparece Anna Akhmátova. Es como si llegara un fogonazo de luz entre tanta sombra.

 

La hija de la protagonista había memorizado unos versos suyos de forma clandestina – se los había enseñado su profesora del instituto – , y se obligaba a escribirlos en un pequeño cuaderno a escondidas, para que no cayeran en el olvido. Después, destruía las hojas escritas por el miedo a sufrir mayores castigos. Los escritores prohibidos, como Anna Akhmátova, no podían siquiera ser nombrados.

Este pasaje, en el que una joven adolescente decide aferrarse a la vida gracias a las ideas de libertad y esperanza que le ha transmitido una escritora, me conmovió, así que decidí investigar más sobre Anna Akhmátova. Y, como le he escrito en un correo directamente a la autora del libro, Paloma Sánchez-Garnica, le agradezco que plantara esa semilla en mí. Porque gracias a ella he seguido descubriendo parte de la triste historia de la Unión Soviética.

Sabiendo lo que ocurrió durante aquel período tenebroso, no es de extrañar que Anna Akhmátova escribiera en el prólogo de su obra Réquiem que «los únicos que encontraban paz en aquella Unión Soviética eran los muertos». Porque «los vivos se pasaban la existencia desfilando de un campo de concentración a otro».

 

El segundo motivo por el que he decidido relatar las penurias que hace no tanto tiempo sufrían millones de personas, es para que tomes perspectiva del suelo que estás pisando.

Párate un rato a pensar en el hecho de que, si hubieras nacido hace menos de 100 años en la Rusia actual, en cualquier momento la policía podía llamar a la puerta para llevarte a la muerte. Después de haber construido pruebas falsas, y de haberte torturado arrancándote las uñas para que confesaras unos delitos que jamás habías cometido, te asesinarían pegándote un tiro en la cabeza en cualquier barrio de las afueras de tu ciudad. Pasarías a la otra vida sin ni siquiera haberle dado un último adiós a tu mujer y a tus hijos, diciéndole lo mucho que les querías.

Esta dura realidad que te acabo de relatar no la he sacado de una película de ciencia ficción no. Fue lo que millones de habitantes sufrieron en sus carnes, muchos de ellos podrían haber sido tus abuelos o bisabuelos. Vamos, que esto sucedió hace 4 días, lo que viene siendo un estornudo dentro de la andadura del ser humano en la historia.

 

En cambio, la época que te ha tocado vivir es como la noche y el día comparándolo frente a esta oscura era de represión que acabo de relatarte, al más puro estilo universo Orwelliano. Tenemos la suerte de haber nacido en países con libertad de expresión, disponemos de unas facilidades tecnológicas que nos hacen la vida mucho más sencilla, y que hubieran sido impensables hace unas pocas generaciones; y vivimos más años que nunca antes desde que comenzamos la andadura en este planeta. Sin ninguna duda estamos presenciando nuestros mejores momentos como especie, y los datos avalan esta afirmación.

Y, sin embargo, a pesar de estar viviendo en una era de abundancia, nunca ha habido tantas personas necesitando medicación antidepresiva, atención psicológica, e incluso llegando al extremo de suicidarse por lo negro que ven el futuro. Es súper triste, porque cuanto mejor nos van las cosas, más nos autosaboteamos.

Personalmente, no entiendo cómo la gente joven – y no tan joven – dedica tanta energía a quejarse por nimiedades, en lugar de utilizar varios minutos de su día a dar gracias por todo lo que tienen, por todo lo que han heredado. Yo, nada más salir de casa, me acerco a la Iglesia más cercana para agradecer a todos quienes han hecho posible que pueda estar escribiendo este artículo. Y cuanto más lo hago, mejor me siento, y más fuerzas encuentro para seguir trabajando en mi propósito.

 

El artículo de hoy trata del Home Trading, es decir, operar o trabajar desde tu casa. Y quiero tratar este tema siguiendo las pautas de la introducción: siendo consciente desde el minuto uno de que es un auténtico privilegio tener la opción de ganar un sueldo mientras todavía sigues con el pijama puesto.

En lugar de quejarme porque «estando en casa trabajo más horas que yendo a la oficina, porque siempre tengo la tentación de abrir el ordenador»,

Respecto a las pautas que te voy a dar para trabajar más a gusto desde tu casa, ni voy a descubrir la pólvora ni voy a inventar la rueda. Simplemente voy a darte unos consejos que te diría tu abuela, porque han funcionado toda la vida, y porque seguirán funcionando por los siglos de los siglos. No dilato más la espera, vamos con ello:

  1. Consigue una mesa estable. Sobre todo si montas varias pantallas superpuestas. La primera mesa que utilicé era de cristal y demasiado fina, un desastre. Las pantallas se movían un montón y te mareabas cuando fijabas la atención en ellas. Además parecía que en cualquier momento se podía romper e irse al traste toda la estructura, lo que no daba nada de seguridad. A los pocos días compré un escritorio de madera macizo en el que colocar los monitores. Hice un par de agujeros como pasa-cables y poco más. A día de hoy la sigo teniendo en casa.
  2. Encuentra tu espacio donde no te molesten. Por lo caro que está el suelo en las grandes ciudades éste es un requisito que en ocasiones es complicado de cumplir. Hubo una época en que compartía piso y tuve que colocar el Trading Desk en la mesa-comedor del salón, porque me era literalmente imposible hacerlo en otro lugar. Llegué a una cuerdo con mi compañera de piso: yo pagaba más que ella para compensar la invasión. Era lo justo puesto. Lo mejor es que tengas un despacho reservado en el que colocar tu mesa y no tengas que molestar a nadie, ni que nadie te distraiga. Es mejor utilizar en exclusiva un habitáculo pequeño que compartir uno grande.
  3. Las cervezas después de la sesión. Evita el alcohol a la hora de comer. Corres el riesgo de llegar a las 4 de la tarde contentillo delante de las pantallas y liarla. Nada bueno suele suceder al mezclar mercados y bebida. El alcohol también amodorra: aparece la tentación de echarte una siesta que debe estar prohibida. La atención disminuye y el estado de alerta en que todo trader debe permanecer se pierde. No dejes pasar alguna buena oportunidad por no estar 100% centrado: tu sueldo está en juego. Cuando me quedaba hasta el cierre del Brent, a las 20:30, sólo me permitía una cerveza cenando por la noche.
  4. Asegúrate de que la conexión a Internet sea fiable. No hay nada que más rabia de que perderse una operación o quedarse enganchado en una operación abierta por culpa de un apagón en la red. Si acabas de mudarte contrata un proveedor de Internet cuanto antes. Si todavía tienes ADSL en tu domicilio cámbiate a la Fibra inmediatamente. Son cuatro duros más y el salto de calidad en la conexión es inigualable. Con evitar solamente una interrupción ya habrás amortizado la inversión.
  5. Márcate una rutina de «oficina». Estar en casa no significa desconectar y relajarse, trata de entrar en una dinámica de trabajo y alta productividad, donde la vestimenta e higiene personal nos influyen psicológicamente para dar un puntito más. Dúchate por la mañana como si tuvieras que ver a tus compañeros, ¿o acaso permitirías que se rieran de ti porque hueles mal? Cámbiate antes de sentarte frente al ordenador: ¡¡queda terminantemente prohibido tradear en pijama o calzoncillos!!
  6. Busca actividades fuera del horario de trading. No me voy a poner purista con qué puedes y no puedes hacer, porque seguramente tendrás unos hobbies diferentes a los míos. Lo que está claro es que tienes cientos de opciones entre las que elegir. Hay clases de Yoga online que ayudan a colocar la espalda y conocer mejor tu cuerpo, clases de baile en pareja muy divertidas, Crossfit u algún otro deporte.. No tires a la basura el valioso tiempo que estás ahorrando en desplazamientos: rellénalo con actividades que te aporten valor y te ayuden a despejar la mente.
  7. Sal dos veces al día a la calle como mínimo. Lo ideal es dar un paseo corto a media mañana y otro más largo por la tarde, una vez hayas terminado. Respecto al primero, puedes aprovechar para algún recado cercano como ir a comprar el pan. El de la tarde es el largo y tiene que cumplir una función: desconectar del ordenador y olvidarse del mercado para regresar al día siguiente con las baterías recargadas.

 

¿Deslocalizarte es una buena idea?

Yo creo que no. Porque por mucho que nos hagamos los guays, necesitamos unas raíces, tener una base.

Hace poco escuché en un podcast a una de estas influencers. Le había seguido en Twitter, y siempre presumía de que vivía solamente con una mochila, que había visitado no se cuántos países, que trabajaba mientras viajaba en el tren Transmongoliano… Todo parecía muy bonito, pero en el fondo aquello apestaba a tufo que tiraba para atrás.

Luego, cuando, resultó Presumía siempre

Estos influencers que se la pasan viajando y criticando a quienes no llevan su estilo de vida Pero no lo voy a hacer,

lo típico que se dice en pijama), pero no es un simple es un. Es Personalmente, no entiendo cómo la gente joven – y no tan joven – no dedican varios minutos de su día a dar gracias por todo lo que tienen. Por las nimias preocupaciones.

Después de esta larga introducción, vamos  ya con lo que nos atañe, el Home Trading. Y ya, ahora sí que sí, voycon el tema que ataña el post. El de hacer Home Trading. Es decir,

Porque entre pasar hambre.

 

 

Simplemente te voy a dar unas pautas. Pero siempre manteniendo de que es un absoluto privilegio. En vez de

Pautas de sentido común. Aquí no vamos a inventar la rueda, ni a descubrir la pólvora, no.

Lo mismo que te diría tu abuela.

porque me siento tremendamente agradecido. Si hubieras nacido

En cambio, vivimos en la queja constante.

Párate un rato a pensar en el hecho de que,

Hoy quiero hablar del Home Trading. Y lo voy a hacer como si fuera algo de lo más normal del mundo. Cuando es un privilegio absoluto.

cómo una familia se rompe

 

 

Destila

Bien, porque a veces

Hoy en día me la paso escuchando mierdas de compañeros de etrabajo. Todos tienen unas penas.

En cambio, no hace falta más que ver cómo han sido otras épocas. Imagínate que sacan a tu padre de casa delante de tus propias narices, y se lo llevan.

 

Los avances tecnológicos han cambiado nuestras vidas de una manera apabullante. Casi sin darnos cuenta y en apenas 100 años hemos superado la peor catástrofe humanitaria de la historia – la Segunda Guerra Mundial -, nos hemos reconstruido y después de un período de post-guerra, crecimiento económico e igualdad de oportunidades nos hemos zambulllido en la revolución tecnológica y la era información.

Uno de los aspectos que ha cambiado ha sido la forma de ser un profesional de los mercados financieros. No tiene nada que ver cómo tenían que vérselas y deseárselas los traders hace 15 o 20 años a cómo se trabaja hoy en día. Si le contamos a un bróker de esa época que hoy podría enviar todas sus órdenes en cuestión de segundos desde un cómodo ordenador, en lugar de estar pegándose en el pit con otros desquiciados para casar las operaciones de sus clientes, pensaría que le estamos tomando el pelo.

Los mercados han sido fieles compañeros de esta evolución a pasos agigantados. Actualmente existen múltiples opciones para dedicarte al trading como quieras y desde donde quieras. Con un portátil, conexión a Internet y unos ahorros ya puedes colocar tus primeras órdenes. En el post de hoy nos centramos en el trading desde tu casa, un estilo por el que opta cada vez más gente y por donde he pasado ya en varias ocasiones. Empezamos.

Mi Experiencia haciendo trading en distintas ubicaciones

Desde que salté al trading profesional en 2014 con una de las compañías más fuertes del mundo he tocado todas las ramas: he estado en salas pequeñas y grandes, en rascacielos, en algún país exótico, con el portátil viajando en aviones o trenes y también lo he hecho desde mi domicilio.

La primera sala de trading que pisé estaba en el centro de Madrid y era de tamaño mediano. El proyecto en España había arrancado hace poco y estábamos sentando las bases. El ambiente era bastante familiar, muy cercano. Había varios traders seniors con experiencia y un grupito de juniors que arrancábamos con toda la ilusión y con ganas de comernos el mundo.

Al año y medio nos mudamos a las afueras de la ciudad a una oficina mucho más amplia y ambiciosa. Los resultados habían acompañado y la directiva apostó fuerte por el proyecto, poniendo encima de la mesa los recursos que fueran necesarios. Es en ese periodo cuando nacen las bases de esta Academia de Trading, aunque eso ya te lo contaré en otro momento.

Aprovechando que la empresa tenía sede en varios países tuve una estancia en la oficina de Cracovia, la capital de Polonia. Era la ocasión perfecta para salir al extranjero y aprender el know-how de otro lugar, saliendo de la zona de Comfort. Aunque apenas estuve un mes fuera fue suficiente para darme cuenta de que la visión del mercado que teníamos en España no era la única, sino que se podían atacar a los precios desde ángulos diferentes.

Por cuestiones familiares, un accidente laboral de mi padre que le dejó fuera de juego, tuve que regresar a Santander. Solicité permiso para trabajar en remoto y me lo concedieron, lo cual todavía agradezco. Monté un espectacular trading desk de 7 pantallas en casa. Parecía que habían colocado un rinconcito de la NASA en Cantabria. Cuando venía visita lo flipaban, y la verdad es que yo me tiraba bastante el rollo ;).

Fue la primera vez que trabajaba desde casa, aunque no sería la última. Aproximadamente dos años más adelante la compañía pasó por una mala racha y una de las medidas para reducir los gastos fue prescindir de la oficina y hacer home trading, amén de despedir a los traders que no eran rentables.

A los 9 meses me salió una oportunidad de Trading físico de hidrocarburos en una distribuidora española. Cambiaba de sector desde un trading especulativo en el corto plazo hacia un intercambio «real» de Gasoil con vistas al largo plazo. Las oficinas estaban situadas en la planta 33 de Torre Europa. Un lujazo trabajar mirando la capital de España desde los cielos.


Haciendo Trading en Torre Europa

El COVID paró en seco el frenético ritmo al que gira el mundo. Al igual que muchos otros la solución en mi caso fue la de trabajar desde casa mientras el bombardeo de noticias negativas no cesaba. Me fui a vivir a las afueras de Madrid para tener más espacio y monté el cuartel general en una de las habitaciones.

Ha sido hasta la fecha mi última experiencia como home-trader, en la que ya no solo he afianzado los patrones de éxito que ya conocía, sino que he aprendido algunos nuevos. Te los cuento en el siguiente apartado.

Las 7 Las Claves para que el Home Trading no acabe en fracaso

Estar encerrado entre cuatro paredes sin ver a nadie durante toda la jornada puede ser una actividad tremendamente productiva, en la que tanto tú como tu empresa, si es que trabajas por cuenta ajena, podéis salir beneficiados.

Ahora bien, también puede convertirse en una pesadilla si desde el principio se enfoca mal, los hábitos no son los correctos y la gestión de las horas y de los espacios vitales es errónea.

Te presento las claves que a mí me han servido para no despistarme, focalizar la atención y ser productivo en mis operaciones:

El Tiempo: la principal ventaja del Home Trading

Hace poco leí . Y es que Amazon no solamente es una empresa.

Haciendo un sencillo cálculo de coste de oportunidad. En vez de perder. Si Amazon te ha ahorrado 20 horas al año en hacer comprass, multiplicado por XXX personas… Eso significa que has podido dedicar tu tiempo a otras cosas.

Y si tu tiempo vale XX euros por cada hora, eso significa que hass ganado – o ahorrado – XX miles de euros al año. Multiplcias por los habitantes de un país… ¡et voilá!

En este apartado quiero poner en valor el único recurso finito del que disponemos las personas en este mundo. No se puede comprar, cambiar ni arrendar. Irremediablemente sigue su camino y no se detiene ante nada ni ante nadie. Te estoy hablando del tiempo.

No sé si alguna vez te has parado a pensar el tiempo que se va en desplazamientos hasta tu puesto de trabajo a lo largo del año. Hagamos un sencillo cálculo para valorarlo. Vamos a poner que tardas media hora desde que sales de casa. Es decir, cada día una hora completa ida y vuelta. Esto equivale perder 5 horas a la semana. 22 horas al mes. Al cabo de un año estaríamos hablando de 230 horas. Si lo multiplicamos por un período de 10 años (algo normal en cualquier trabajador), tenemos un resultado de.. ¡2.300 horas! Lo equivalente a 96 días completos.

¿Te das cuenta de esta barbaridad? Piensa en lo que podrías hacer si contaras con ese colchoncito adicional para usarlo en lo que quisieras: estudiar con vistas a un ascenso, perfeccionar nuevos proyectos laborales, mejorar en el deporte que más te motive, ocio y hobbies varios, o simplemente dedicárselo a la familia.

No sé tú, pero yo siempre estoy pillado de tiempo. Me encantaría tener 3-4 horas más al día para abarcar todo lo que me gustaría. En algunas ocasiones he hecho el experimento intentando dormir 5 horas, pero al tercer día ya no puedo más y caigo rendido.

La otra gran ventaja de tradear en remoto es poder vivir donde realmente deseas sin nada que te lo impida. Si vives en una gran ciudad seguro que alguna vez te has planteado una jubilación «dorada» en un lugar más tranquilo alejado del stres, donde el coste de vida sea más bajo y donde puedas disfrutar de los placeres de la vida como el buen tiempo, la playa o una gastronomía de calidad.

Desde el punto de vista empresarial también asoman ciertas virtudes. Además de reducir altos costes estructurales en alquileres y suministros se evitan tiempos muertos o distracciones innecesarias entre compañeros. Desaparecen las charlas que no vienen a cuento o los cafés alargados más de la cuenta, sólo por ponerte un ejemplo. Ya sabes a lo que me refiero.

Los 3 Inconvenientes del Home Trading

He sido un poco «tramposo» en lo que llevamos de post al mostrarte solamente las bondades de quedarte en casa con las pantallas. Establecer tu centro de operaciones en tu domicilio conlleva unos riesgos que pueden hundirte en la miseria si entras en un círculo vicioso negativo.

No todo es de color de rosa, tampoco te lo voy a pintar como si fuera el país de las maravillas. Afrontemos la realidad tal y como es para prevenir los peligros y conocer las consecuencias de los malos hábitos. Chequéalos en la siguiente lista:

  1. El agujero de la soledad. El Trading es una de las actividades más solitarias que conozco. Quizás la que más. Tus resultados dependen exclusivamente de tus decisiones. Es un peso con el que cargas sobre los hombros día tras día. No puedes culpar a nadie ni eludir la responsabilidad. Para lo bueno y para lo malo todo orbita alrededor de tu cerebro. Por eso en ocasiones es bueno tener un compañero al que pedir opinión, que te avise sobre cuándo deberías parar o simplemente tener a alguien con quien desahogarte después de una mala operación. Pasar por una mala racha tú solo puede significar el final de tu carrera como trader si no controlas a los demonios que llevas dentro.
  2. El peligro de encerrarse en casa. Otro de los riesgos es acomodarse y no tener la suficiente fuerza de voluntad para hacer vida más allá de tu zona de seguridad. Es un estilo de vida que, además de ser vacío e insulso, es malo para la salud. El origen de muchos problemas cardiovasculares o de espalda es el sedentarismo. No seas de esos que cogen «fobia» a la calle conformándose con el comfort de sus cuatro paredes. Somos seres sociales y como tal necesitamos relacionarnos con otras personas cara a cara. Suficientes horas pasas ya delante del ordenador, ¡sal a coger color!
  3. Mermas en la Productividad por las distracciones. Me refiero a la tentación de la tele, el sofá, una siesta que dure más de lo habitual.. Siempre van a estar a un paso y demasiado accesibles. En un centro de trabajo es prácticamente imposible caer en ellas porque te pillaría el jefe o tus compañeros. Sin embargo, cuando nadie vigila es como si estos elementos te estuvieran llamando. Sé fuerte y ve a lo tuyo. Ya llegará la recompensa cuando hayas cumplido tus obligaciones.

Hablar de estos aspectos negativos es fundamental para salvarte a tiempo si estás tonteando con el precipicio. Puede que caigas en alguno de ellos, todos cometemos errores. Cuanto antes lo detectes y pongas empeño en cambiarlo más fácil será alcanzar unos resultados estables. Si te dejas llevar por la vagancia y no consigues que la la disciplina sea tu aliada el Cementerio de Traders te estará esperando a la vuelta de la esquina.

Mi Opinión del Home – Trading

No soy ningún radical ni yihadista de las ideas así que no voy a decantarme con rotundidad por uno u otro estilo de vida como sí hacen muchos extremistas. Hay a quien le parece un sacrilegio ir a una oficina, al igual que otros necesitan salir de su casa para ponerse en modo productivo.

Yo lo que busco es la mejor manera de mejorar y rendir al mayor nivel posible. Trabajar en una oficina siendo parte de un equipo tiene aspectos muy positivos y que son difíciles de igualar estando solo. El apoyo entre compañeros, los toques de atención cuando ocurre algún evento macroeconómico, el feedback de alguien cercano y con buenos conocimientos en trading..

Por otro lado, hacerlo desde tu casa significa ganar en calidad de vida al poder dedicarle más tiempo a otros asuntos que te aportan valor, en lugar de estar semi-esclavizado por culpa de un horario abusivo y una mala conciliación laboral. No consiste en esconderse en casa para que el jefe no te esté vigilando de cerca, sino que deberías demostrar cómo los resultados acompañan y lo mucho que te motiva el reto.

La solución perfecta sería hacer un mix entre un concepto y el otro. Lo veo beneficioso tanto para el empresario como para el trader. Tratar de combinar ambas facetas para extraer lo bueno de ellas. Por ejemplo: ir a la oficina una semana al mes para hacer fuerza de grupo, sentar las objetivos y poner cara al equipo (desvirtualizar siempre es bueno) y el resto del mes quedarte en tu casa cumpliendo con tu deber.

Si eres trader autónomo la solución que puedes encontrar es alquilar un Co-Working por horas, días o semanas, con el que cumplirás una función similar a la oficina: socializarás con otros emprendedores que estén en una situación parecida a la tuya.  Sentir que formas parte de un equipo, estar incluido en un grupo social.. son necesidades básicas y que ayudan a desarrollar una buena labor. También existen Co-Workings online, mucho más baratos que los presenciales, en los que puedes introducirte y apoyarte en otros nómadas digitales.

Esta filosofía no sólo considero que es la correcta, sino que es la que aplico en mi Curso de Trading. Trabajamos online, en ocasiones a cientos de kms de distancia, sin desplazarte de tu casa. Eso sí, en cada sesión de trading te empujo para dar el 100% con toda la intensidad posible. No estás sólo en ningún momento frente al mercado, vamos de la mano y comunicándonos las novedades y altibajos al minuto.

Además, nos reunimos una vez a la semana para evaluar tu progreso, detectar los fallos e incidir en los aciertos de las entradas  planteadas. Es la única manera de acelerar el aprendizaje y volar solo, yendo de la mano de un profesional. Puedes conseguirlo con mi Curso Avanzado de Trading Semi-Automático.

¡Un saludo a todos y muy buen Home-Trading!

Enrique Mazón

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